15 Abr El miedo al cambio y cómo puedes superarlo
La naturaleza de los seres humanos es dinámica. Estamos en constante movimiento, fluyendo y adaptándonos al medio; pero a pesar de esto no hay nada que nos aterre más que cambiar. El miedo al cambio es una constante.
Un cambio implica la modificación de alguna circunstancia que desafía los paradigmas del individuo.
Las personas tendemos a definir el mundo que nos rodea, cómo debe funcionar, así que cuando encontramos una inconsistencia con esa rutina se produce una carga de estrés.
El miedo al cambio es una realidad, pero es posible adquirir herramientas que permitirán manejarlo de forma constructiva.
¿Por qué nos dan tanto miedo los cambios?
En teoría el cambio debería ser simple: nos encontramos con una circunstancia que nos obliga a buscar una forma alternativa de enfrentar una situación.
Pero los seres humanos somos complejos: nuestras vivencias y experiencias están influenciadas por la educación y la socialización, que filtran la información que recibimos y nos hacen experimentar el mundo de una forma determinada.
Esto es lo que cimienta paradigmas y creencias, sobre todo aquellas experiencias que tenemos durante la niñez.
Todos los cambios desafían creencias bien arraigadas, sobre todo las referentes a:
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- Lo desconocido: nos aterra no saber qué viene después de ese cambio, las consecuencias, el posible fracaso.. todo esto produce incertidumbre y estrés.
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- Las pérdidas: muchas veces los cambios implican la pérdida de algo y nuestro cerebro odia ese sentimiento de pérdida, de carencia. Es algo tan arraigado que hasta nos cuesta dejar proyectos que han fallado o relaciones tóxicas para evitar la sensación de haber desperdiciado el tiempo/dinero/esfuerzo.
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- Las dudas sobre ti mismo: los cambios representan ponerte a prueba en un terreno desconocido y si tu autoestima no está alta, te asaltarán dudas sobre tener lo que se requiere para enfrentar este nuevo reto.
Cómo superar el miedo al cambio
El primer paso es aceptar la inevitabilidad del cambio y el miedo que produce. Debes darte el permiso de sentir las emociones relacionadas a esta transformación, sin reprimirlas, pues esto sólo aumenta la resistencia al cambio.
Nuestro cerebro siempre va a buscar la ruta del menor esfuerzo, el atajo que simplifique las cosas. Es por esto que se crea paradigmas, creencias y rutinas.
Cada vez que una situación rete cualquiera de estos aspectos vas a sentir algo de estrés o miedo al cambio.
La primera reacción será aferrarse a lo conocido, ya sea a través de la negación radical a lo nuevo, boicoteando la vivencia o asumiendo un papel de víctima. Todo esto no son más que los diferentes rostros del miedo.
El miedo al cambio es natural pero lo que si puedes controlar es la forma en que aceptas y trabajas con esa emoción.
El cambio debe entenderse como un paso hacia adelante, una forma de perfeccionar nuestras creencias y experiencias de vida.
Es como si actualizaras el software de tu ordenador o una aplicación: se adquiere nueva información para poder ejecutar nuevas tareas de una forma más eficiente y sencilla.
Ideas para eliminar la resistencia al cambio
- Vive el miedo: si necesitas llorar, gritar, desahogarte de cualquier modo, hazlo. Vive la emoción, pero no te aferres a ella. Reconocer no es engancharse.
- Reconoce de dónde viene la resistencia: ¿de dónde proviene la creencia que desafía ese cambio? Por ejemplo, si deseas divorciarte de una pareja tóxica y no lo haces por miedo puede ser porque creciste escuchando que el matrimonio debe ser para toda la vida. Este es el momento de rebelarte contra esa creencia, pues la vida te está planteando una forma diferente de vivir esa experiencia.
- Concéntrate en los aspectos positivos: elabora una lista con todos lo posibles beneficios y detalles positivos que puede traer ese cambio. Léela diariamente, sobre todo cuando empieces a tener ideas invasivas sobre el fracaso o lo que puede salir mal.
- Desensibilización: la forma más sencilla de superar un temor es exponiéndote de forma progresiva al estímulo que lo causa. Trata de hacer cada día un pequeño cambio, que tenga muchas probabilidades de tener un resultado positivo: cambia la forma en que tomas el café por la mañana, prueba una comida nueva, coge una ruta diferente para pasear o ir a casa, cualquier detalle cuenta. Esto acostumbra a tu cerebro a ver el cambio como una experiencia positiva y agradable.